Automotivación

Hoy os quiero explicar como me motivo a mi mismo. Muchas veces me han preguntado como consigo mantener la constancia en los entrenamientos y por eso escribo este post. Puede que a alguno o alguna os sirva de algo.

Ojalá fuera tan fácil

Lo primero que quiero decir es que como todo el mundo yo también tengo momentos de bajón como el que estoy pasando desde el pequeño «fiasco» de la Madrid-Segovia. Mi ánimo para salir a correr y entrenar no es el mejor, pero no queda otra que seguir adelante.

Hay días en los que no me sacarían de la cama ni una grúa del RACE, días que estoy mas perro de Lassie y Niebla juntos. Si amigos y amigas, todos tenemos esos días y quien diga que no miente como un bellaco.

Cuando me encuentro en esa situación trato de pensar en como me sentiré cuando salga a correr y sobre todo en como estaré cuando acabe. El primer paso siempre es el más difícil, el resto vienen rodados. Así que levanto mi cuerpo escombro de la cama, del sofá o de donde quiera que lo tenga plantado y me pongo en marcha.

Algunas veces que no es el cansancio el que nos pone trabas para seguir adelante, es nuestra querida a la par que a veces odiada cabeza. Me ha ocurrido en varias épocas, los entrenamientos no salen como quiero, físicamente no estoy a tope, tengo problemas en casa, en el trabajo, con los vecinos, en la cola del supermercado, en la M-30 con un Ford Escort… y creo que ya vale de problemas, ¿no? Lo que quiero decir es que estás pasando una racha en la que parece que todo va mal y no te apetece hacer nada. ¿Qué hacer?

No eres el único. ¡Arriba!

A mi me funcionan varios trucos, argucias, tretas y artimañas para no dejarme caer mas y volver a ponerme las pilas.

Una de ellas es recordarme para que y por que corro. No siempre tiene que ser por preparar una carrera o mejorar una marca, puedes correr para estar sano, para quemar la tensión del día de trabajo, para poder beberte una cerveza o dos sin remordimientos, para disfrutar de un buena cena o poder repetir postre de vez en cuando. Busca dentro de ti. Seguro que lo encuentras.

Otra es acordarme de las cosas que he sido capaz de hacer. En mi caso releo crónicas de carreras pasadas, veo fotos, pienso en momentos vividos en carreras y en lo bien que me he sentido durante y después de esos retos superados.

No voy a negar que también utilizo estímulos exteriores. Me paseo por las redes sociales y veo lo que están haciendo mis amigos. Leo sus entrenamientos, sus próximos desafíos, sus anécdotas.. y creáis o no pese a lo mal que pueda estar, el gusanillo me vuelve a picar (podéis llamarlo envidia si queréis).

También ayuda mucho quedar a correr con amigos. Cuando no tienes ganas de correr solo hacerlo en compañía es mas gratificante. Además así te obligas a mover el culo, ¡no vas a dejar plantado a los colegas!

En ocasiones me quedo con frases de los grandes como esa de Chemita Martinez: «No lo pienses, ¡corre!». Es cierto, muchas veces pensamos demasiado las cosas y no vamos a lo sencillo y simple que es que corremos porque nos gusta.

Sonríe, estás corriendo.

Pero si utilizando todos los mecanismos posibles aún no encontráis las ganas ni las fuerzas para salir a correr, no lo hagáis. Descansa unos días, tómate una temporada apartado de las zapatillas, practica otros deportes, aprovecha el tiempo para estar con los amigos y con la familia. Recuerda que nadie te obliga a correr… al menos que te persiga alguien o pierdas el autobús. Esto es puro y sencillo placer o al menos así debería ser.

Muchas gracias por leerme.